En esta época de invierno, secar la ropa es una odisea. Los apartamentos no traen patio y la zoociedad no permite colgar en el balcón porque se ve fea la unidad o el edificio. La lavadora lo intenta con el Turbo Dry pero tampoco lo logra y las neveras nuevas ya no traen parrilla, interminable mente útil para secar, sobre todo, medias y calzoncillos. En resumen, estos tiempos de estética social nos tienen jodidos y oliendo a húmedo. Para mi gusto es absolutamente estético y colorido ver la ropa en el balcón, una exhibición textil fascinante y ordenada con curado de museo. Con seguridad esta ropita quedó bien oriada y con buen olor.

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