Los únicos carros que he manejado son: los de vídeo juegos y los carros chocones del Parque Norte. Muy apasionado por los carros y mis mayores adquisiciones de juguete están regados por la casa. En la última navidad el niño Jesús me trajo una 4x4 roja a control remoto. Hace poco me equivoque con uno de esos planes que ofrecen para un vehículo real que uno paga pero tiene después de varios años. Por fortuna me salí a tiempo y pude recuperar la inversión inicial. Ahora la decisión es el transporte público. El riesgo es muy alto, pero eso es lo que hay.
Sin embargo es imposible dejar de soñar en el carro para
la familia, para que todos quepan, para ir por los caminos de nuestro país, para viajar juntos, para escuchar música y viajar sin afán por la ciudad. El carro para llevar a mis hijos a la escuela, a mi esposa a su trabajo, para llevar las mascotas, para lavar los domingos en la calle hasta que brille. Un carro cualquiera, que no impresione pero que todos quepan, que nadie se quede.
Entre el ir y venir de los días y los años, uno se va dando cuenta que tener un carro, por ejemplo en Medellín, es más costoso que adquirir una vivienda. Es decir, en Medellín no es una necesidad, es un lujo de los que muchos presumen así no haya comida en la nevera. Con dinero uno puede tener hasta tres carros, así no le toca pico y placa y si lo choca no importa y si se lo roban, menos. La diferencia es que no todos tienen el mismo dinero.
Entonces un día, Carlos Múnera (aunque dijo que no necesitaba el crédito, siempre se lo merece) me envía dos fotografías de un vehículo con el texto "Tomé una foto como pa vos". Entonces, después de ver esas fotos pensé que ese era el carro. Todos los que me interesan caben, no corre a altas velocidades, se puede escuchar música y además es rojo. Ver las imágenes me hizo feliz, me hizo tener esperanza. Pensé que así tuviese el dinero para el carro más costoso, compraría uno de éstos, igual, con corazones y un aviso de "mujer embarazada a bordo".
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